Tras su muerte, el nombre de Robert Redford volvió al centro de la escena. Antes de dirigir, era el galán perfecto: Butch Cassidy and the Sundace kid, El golpe, Todos los hombres del presidente. Sonrisa perfecta, trajes a medida, rubio de postal. El más lindo de Hollywood.La vida de Redford estuvo marcada por tragedias personales: en 1959 perdió a su primer hijo, Scott, un bebé de apenas dos meses, por muerte súbita del lactante. Décadas después, en 2020, falleció su hijo James a los 58 años, tras una larga lucha contra un cáncer de vías biliares.Ese trasfondo personal hizo aún más potente su debut como director. En 1980 sorprendió con Gente como uno (Ordinary People): un drama seco sobre la pérdida de un hijo, duelo y silencio. Conmovió a la crítica y al público, ganó cuatro premios Oscar y lo consagró detrás de cámara. Al final, el lindo también sabía dirigir y correrse de la pantalla.Redford: del galán de Hollywood al director que filmó el dueloSonrisa y taquilla. Así el mundo conoció a Robert Redford. Hombres y mujeres lloraron la hermosura en El gran Gatsby o se rieron viéndolo como Sundance Kid.Mary Tyler Moore y Timothy Hutton en una de las escenas clave de Gente como uno. (Paramount PicturesPor eso descolocó que su primera película como director fuera íntima, sin golpes de efecto y con el dolor puesto adelante. No hay lucimiento “de actor que se dirige”. Lo que que hay en Gente como uno es pudor, planos medios y una idea fuerte: el duelo. Coraje para sostenerlo.El recibimiento fue inmediato: conversación fuerte en la crítica, boca en boca y temporada de premios. Y un dato que todavía molesta a algunos cinéfilos: en la ceremonia de 1981, Redford ganó Mejor Director por encima de Martin Scorsese, que competía con Toro salvaje. La discusión quedó para siempre, el logro también.La historia de Gente como uno: un hijo muerto, otro que no puede con la culpaUn accidente en el agua destruye a una familia de clase media norteamericana. Uno de los hijos muere; el otro, Conrad (Timothy Hutton), sobrevive con una fragilidad que se nota en la respiración, en los hombros caídos frente a una pileta de natación inalcanzable.Redford encontró en Hutton a un adolescente hacia adentro, impecable: como Ethan Hawke en La sociedad de los poetas muertos o Gordie en Cuenta conmigo, alguien que carga más de lo que debería. Como si le sonara de fondo la línea de los Beatles: “You’re gonna carry that weight…”.El padre, Calvin (Donald Sutherland), intenta sostener sin estridencias. La madre, Beth (extraordinaria Mary Tyler Moore), se aferra a la superficie: orden, control, apariencia impecable.La película trabaja el duelo desde lo cotidiano: los almuerzos con amigos no funcionan, las miradas se esquivan entre mamá e hijo. En las mesa la ausencia ocupa la cabecera y devora a los demás. La música (Canon en re mayor de Pachelbel) aparece como un hilo que tensa sin subrayar.Robert Redford junto a Timothy Hutton durante el rodaje de Gente como uno (Paramount Pictures).La terapia es el único lugar donde Conrad se anima a largar lo que guarda. Después de una salida con Jeanine, la chica que le gusta, se le abre la herida y cae al consultorio sin poder frenarla. Le habla a su terapeuta (Judd Hirsch) como si estuviera frente a su hermano muerto. Grita, reclama furioso: “¿Por qué lo hiciste? ¿por qué te moriste?”. El psicólogo se mete en ese juego doloroso y le devuelve la respuesta más seca. Pero la más humana: “Porque me cansé”. Conrad se desarma y lo que recibe es un abrazo y una frase simple: “Soy tu amigo”.Y si Hutton carga el centro de la tragedia, Donald Sutherland la contiene desde otro lugar: humanidad pura. Redford le regala el mejor “bueno” de una carrera donde, más de una vez, jugó al inquietante y al demoníaco. La discusión final con su esposa lo demuestra: le recuerda que, incluso en el funeral de su hijo, lo único que ella le marcó fue la ropa correcta: “Un saco azul con camisa blanca”. Esa frase resume la grieta: fachada para ella; pérdida y luto para él. Y ya no hay vuelta atrás.El Oscar que lo consagróEn la temporada 1980/81, Gente como uno se llevó cuatro premios Oscar: Mejor Película, Mejor Director para Robert Redford, Mejor Actor de Reparto para Timothy Hutton y Mejor Guion Adaptado para Alvin Sargent. Mary Tyler Moore y Judd Hirsch también llegaron a la terna.Para un debut resultó histórico. Y dejó marcas claras: Hutton fijó para siempre una forma honesta de mostrar la fragilidad adolescente, mientras Redford dejaba atrás la etiqueta de “lindo” para convertirse en un director con voz propia.Robert Redford en la ceremonia de los Oscar 1981, cuando ganó como Mejor Director por Gente como uno. (Paramount Pictures).Redford y el legado de Gente como unoGente como uno abrió la puerta a un tipo de drama que no buscaba épica sino lo cotidiano: familias que se rompen, culpas que no aflojan, perdones que llegan tarde o nunca. Con la salud mental hoy en el centro de la conversación, la película respira más que nunca. Y siempre vuelve esa pregunta cinéfila: ¿Le ganó injustamente a Toro salvaje? La discusión suma clicks; lo que filmó Redford, en cambio, tiene peso.Tras su muerte, era inevitable que este título regresara al centro. Redford, director, eligió un dolor chico y lo filmó enorme. Lo entendió con un gesto: la escena más difícil no se grita. Se escucha. Y se abraza.

La desgarradora película de Robert Redford sobre la muerte de un hijo que lo llevó al Oscar | FM Avenida
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