Hay que admitirlo: por más que nos esforcemos es imposible encontrar alguna historia que compita con lo que estamos viendo en Estados Unidos. Elon Musk, un súper rico que con sus Tesla viene a ser como el Henry Ford del siglo 21, que llena el cielo de satélites y va por la Nasa y hasta se le da por explorar chips para mejorar la vida, que decía que su amigo Trump vino a cambiar el mundo, ahora dice que Trump es un pedófilo. No es una pelea de David contra Goliat. Es una pelea de Goliat contra Goliat.
¿Cómo empardar esta noticia con las nuestras de cabotaje? Ni yendo al pasado. Por ahí, pueden meterse las conspiraciones del astrólogo López Rega con Isabel Perón, el desalojo de Zulema Menem de la quinta de Olivos por el brigadier Antonietti y, mucho más acá, los amores secretos y violentos del presidente Fernández. Pero nada que ver con esto de Elon Musk, que hace sonar los teléfonos en la Rosada. El vocero Gordo Dan tranquilizó: Milei está alineado con Trump.
¿Qué tuvimos en la semana de lo orgullosamente argentino? Para empezar, algo más de la diputada libertaria terraplanista Lemoine, famosa por aportar groserías y que ahora asesorara a su compañera de bloque Juliana Santillán, famosa a su vez por sus horrores de ortografía. Y para decirlo sin rodeos: hay que estar muy necesitado para que te asesore la Lemoine.
Se supone que los políticos son gente formada y equilibrada, que reúne cualidades que los distinguen y explican por qué pueden desempeñar cargos públicos. Aquí, no. Santillán, por ejemplo. Dice estar “diplomada en economía austríaca” porque hizo un curso on line de dos meses y medio. Pasó un papelón de aquellos en la tevé cuando se confundió el costo de la canasta básica y dio por probado que una familia tipo puede vivir con $360.000 mensuales. Juliana: eso es por persona, no para una familia. ¿Y qué dijo su coach Lemoine? Que a Santillán, TN le había “armado una emboscada”. Algo es seguro: la familia tipo de Santillán no es la de ella, que pasó de 50.000 dólares de ahorros a casi un millón en un año, según contó Delfina Celichini.
Santillán dice que esos dólares son un legado paterno. Es una afortunada. Se le chispoteó el valor de la canasta intentando descalificar el reclamo de los residentes del Garrahan y, obvio, con su lío terminó por ayudarlos. La gente del ministerio de Salud la quiso matar. Pero Milei retuiteó mensajes de apoyo a su legisladora. Todo fríamente coordinado. El despiste de las dos diputadas coincidió con la aprobación de un ajuste a jubilados, que el Gobierno avisó que vetará. Si algo hará este año es cuidar la caja. En el debate de alto vuelo, la diputada ultra k santafesina Carignano acusó de “gatos y locas” a las libertarias. Así estamos.
Peleas de opositores con oficialistas. También dentro del Pro y entre radicales, entre los que prefieren continuar acompañando al Gobierno y los que plantean diferenciarse para no perder identidad. No son nuevas pero las elecciones las multiplicaron. Ritondo, jefe con Santilli del club los que buscan salvar la ropa, debió dejar en libertad la votación de jubilaciones. Macri está más cerca de los que defienden abrirse pero no se definió. A esa discusión se le agrega otra, igual de dura, con su primo Jorge. Se llama: cómo seguir después de la derrota en Ciudad.
La mayor incógnita sigue siendo cuándo saldrá el fallo de la Corte sobre la corrupción en Vialidad. Si no hay sorpresas, será pronto, confirmando la condena a Cristina. Por eso Cristina se apresuró a lanzar su candidatura a diputada provincial por la tercera sección. Un doble gesto de debilidad: va por un cargo menor y en un lugar donde siempre gana el peronismo. La condena la dejará fuera de la cancha y será una derrota para el gobierno, porque unirá al peronismo detrás de Kicillof.
Las peores caras de la política se vieron esta semana fuera de la política: en la educación y en el fútbol. Con las pruebas Aprender, que informan qué saben y qué ignoran los chicos al terminar el secundario y en Newell’s, un club que asumió como propio el discurso del odio para adoctrinar a pibes de 9 años. Teléfono, Milei.
La pruebas Aprender evalúan si los chicos leen y entienden lo que leen y si pueden operar en el mundo de la matemática. Dan certezas de los baches y de los saberes que han adquirido. A diferencia de la prueba PISA que se hace en un puñado de escuelas, Aprender se le toma a todos. Una es muestral, la otra censal ¿Y qué dio? En Lengua pequeñas caídas pero en Matemática peor que nunca. La crisis de años está y no logramos que se vaya. Y salvo para el chamuyo, eso no interesa a los políticos aunque no interesarse por la educación signifique esperar más pobreza, más desigualdad y más inseguridad.
¿Y qué puede esperarse en un club de fútbol como Newell’s, donde pibes de 9 años fueron sancionados y expuestos públicamente por sacarse una foto con un jugador de Central? ¿En qué cabeza cabe eso? El rival, Central, no existe. Es el enemigo y al enemigo, ni Justicia. Descarrilaron mal y los dirigentes que descarrilaron y que dicen que hicieron lo que hicieron para proteger a los chicos, siguen.
Otra vez, el más sensato fue Scaloni. Dijo: “a la edad de ellos hubiera hecho lo mismo”. Recién después habló el Chiqui Tapia, que lleva adelante campañas contra la discriminación y hasta hace salir juntos en los clásicos a chicos de los equipos enfrentados. El técnico Fabbiani dijo ni: que había una cosa política, otra vez la conspiración, y que Rosario es una ciudad difícil.
Claro que es difícil. El radical Usandizaga, que fue intendente y renunció cumpliendo la promesa de que se iría si Menem ganaba las elecciones, asumió la presidencia de Central y declaró que si se iba al descenso “mataría a todos los hijos de mil putas, jugadores, técnicos o lo que carajos sean”. Y como el club finalmente descendió, se fue a su casa. Pero durante mucho tiempo no pudo salir, porque estaba amenazado de muerte. A veces cuesta saber de qué hablan los políticos cuando hablan de la batalla cultural, pero estaría bueno que se tratara de mejorar la comprensión lectora de los chicos y de cambiar la cultura de la prepotencia y el patoterismo. Pero es claro: no se trata de eso.