La enfermedad de Parkinson es hoy la segunda patología neurodegenerativa más frecuente en el mundo y, aunque sigue sin cura, la combinación de terapias clásicas y tecnologías emergentes ofrece un horizonte de mayor autonomía para los pacientes y sus familias.
En los últimos dos años se acumularon avances en tratamientos del Parkinson que van desde nuevas formulaciones de levodopa hasta terapias celulares, junto con estrategias de cuidado en el hogar capaces de reducir caídas y mejorar la calidad de vida.
En agosto de 2024 la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (por sus siglas en inglés, Food and Drug Administration, o FDA) aprobó esta cápsula que combina gránulos de liberación inmediata con pellets de acción prolongada, logrando más “tiempo ON” con menos tomas diarias que los comprimidos convencionales. Mantiene la eficacia probada de la levodopa, pero reduce las fluctuaciones motoras, un beneficio clave para pacientes que ya llevan varios años de evolución.
La técnica, aprobada para temblor dominante y disquinesias resistentes a fármacos, utiliza ondas ultrasónicas que ablacionan milimétricamente el núcleo afectado sin abrir el cráneo, lo que acorta la recuperación y evita riesgos de infección. En centros de Estados Unidos y Europa se está evaluando su uso bilateral para síntomas motores más complejos.
BlueRock Therapeutics iniciará en 2025 el primer ensayo fase III de un injerto de neuronas dopaminérgicas derivadas de células pluripotentes, con el objetivo de reemplazar las células que la enfermedad destruye. Los datos de fase I mostraron tolerancia y señales de mejora motora a 24 meses, abriendo la puerta a una intervención potencialmente “restaurativa”.
En febrero de 2025 la FDA autorizó el primer sistema de DBS inteligente que ajusta la corriente en tiempo real según la actividad cerebral, logrando mejor control sintomático y menor consumo de batería.
Algunas recomendaciones para hacer del hogar un lugar más cálido para las personas con Parkinson:
La enfermedad de Parkinson es un trastorno crónico y progresivo del sistema nervioso que se origina por la pérdida de neuronas productoras de dopamina en la sustancia negra mesencefálica.
Los síntomas cardinales —temblor en reposo, rigidez, bradicinesia y trastornos posturales— aparecen de forma insidiosa y empeoran con el tiempo.
El diagnóstico es clínico; no existe un análisis de laboratorio definitivo, aunque la resonancia y los estudios de medicina nuclear ayudan a descartar otros parkinsonismos.
Mantener un enfoque tradicional no implica rechazar la innovación. Al contrario: combinar levodopa, ejercicio pautado y un hogar seguro sigue siendo la plataforma sobre la cual se integran los nuevos desarrollos farmacéuticos y tecnológicos.
Consultar con el neurólogo ante cada avance evita riesgos y garantiza que la adopción de terapias de vanguardia sea gradual y basada en evidencia.