Suele haber muchos latinos que intentan dar su gran salto a Hollywood. Lógico, no todos lo logran, y la mayoría de los que sí alcanza el sueño americano por lo general son oriundos de México. Pero el caso de Pedro Pascal, chileno de 50 años, protagonista de Los 4 Fantásticos: Primeros pasos y Amores materialistas, que acaba de estrenar, y de las series The Mandalorian, por Disney+, y The Last of Us, por HBO Max, es a todas luces particular.
Recientemente lo vimos en Gladiador II, como el General Acacius, y si Dios y las distribuidoras de cine lo quieren, también lo veremos en Eddington, junto a Joaquin Phoenix y Emma Stone, estrenada en competencia en el pasado Festival de Cannes.
José Pedro Balmaceda Pascal, nacido en Santiago de Chile el 2 de abril de 1975, ha trabajado en teatro, tanto como actor y director, y también en televisión y en cine, y si se nacionalizó estadounidense no fue, como otros mexicanos, como Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu, por esas necesidades laborales y sindicales que piden en el país del Norte.
Su primer trabajo, por el que el público internacional le prestó atención, fue por interpretar al príncipe Oberyn Martell en Game of Thrones. También fue Javier Peña en Narcos, la serie de Netflix, hasta que saltó a The Mandalorian, fue el villano de Wonder Woman 1984, y así como Channing Tatum era Tequila, él fue Whiskey en Kingsman: El círculo dorado. En streaming muchos lo reconocen como Joel Miller, el padre que perdió a su hija y lucha por sobrevivir en la catastrófica y pandémica The Last of Us, que ya va por su segunda temporada.

Un nómade
Hijo de una psicóloga infantil y un médico de fertilidad, Pedro es nieto de españoles. Sus padres simpatizaban con el gobierno socialista de Salvador Allende, y cuando Pedro nació fueron opositores al régimen dictatorial de Augusto Pinochet. Su madre, Verónica Pascal, es pariente de Andrés Pascal Allende, dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Obtuvieron asilo político en Dinamarca, y luego se mudaron a los Estados Unidos.

Los Pascal vivieron primero en San Antonio, Texas, y luego en Orange County (California). Pedro siempre fue alto, y atlético, y hasta llegó a competir en campeonatos estatales de Texas como nadador.
Y sí, dejó la natación para tomar clases de actuación.
A los 18 años se mudó a Nueva York, donde siguió perfeccionando sus estudios dramáticos y, un dato no menor, mientras estudiaba en la Universidad de Nueva York, su padre vivió un escándalo en la clínica de fertilidad del condado de Orange que dirigía con otros dos médicos, y la familia (padre, madre, dos hermanas menores) regresaron a Chile.

Su madre murió al poco tiempo, y Pascal decidió usar profesionalmente el apellido de su mamá. Según ha contado, no solo para honrarla: los estadounidenses tenían dificultades cuando debían pronunciar su primer apellido, Balmaceda.
Pedro no vive alejado de la realidad de su país natal, y si bien no votó en las últimas elecciones presidenciales, manifestó su apoyo público a Gabriel Boric, quien llegó a la presidencia en 2021.

Su carrera había sido más activa en la televisión que en el cine, apareciendo en series populares como Buffy, la cazavampiros, The Good Wife, Graceland y hasta en la tercera temporada de Homeland.
Fue hace casi diez años, en junio de 2013, cuando lo contrataron para ser Oberyn Martell, la “Víbora Roja”, en la cuarta temporada de Game of Thrones. No fueron muchos episodios, solo 7, pero sí suficientes para que el público, la crítica y varios productores se detuvieran en él.
El recuerda que era fan de la serie, y que cuando su agente le dijo que lo llamaron para audicionar para el papel del hombre que desea vengar la cruenta muerte de su hermana, no lo podía creer. Tampoco que grabara las 17 páginas de su audición en su iPhone.

Pero Pedro es un tipo muy seguro de sí mismo. Pascal dice que para The Last of Us desobedeció las órdenes que le impartieron y se sentó en el living de su casa a jugar el videojuego. Le habían pedido que no tomara contacto con él, para que no influyera en su interpretación. Bueno, Pedro creyó que hacer justamente lo contrario era lo correcto.
“No había oído hablar del juego -contó-. La instrucción (de HBO) fue: No juegues. Los ignoré. Traté de jugar y era muy, muy malo en eso. Pero mi sobrino era fantástico. Era importante para mí interpretar situaciones que estaban directamente relacionadas con lo que había originalmente en el juego: física, visual y hasta vocalmente”.

La serie transcurre desde el final de su primer episodio en el tiempo presente, pero luego de que el mundo haya sucumbido a una extraña enfermedad, que transforma a los seres humanos en bestias salvajes, devoradoras y asesinas. Joel de casualidad conoce a Ellie (Bella Ramsey), y debe llevarla a un lugar específico.

Y en mayo viajará al Festival de Cannes, donde presentará su nuevo trabajo, dirigido por Pedro Almodóvar. Es un cortometraje, Extraña forma de vida, un western gay en el que su personaje, el cowboy Silva, cruza el desierto a caballo para reencontrase con un viejo amigo (Ethan Hawke), con el que hace un cuarto de siglo fueron pistoleros.
Dúctil en el género de acción y la comedia (¿vieron hace unos años El peso del talento, en la que acompañaba a Nicolas Cage?), su futuro parece más promisorio que su brillante pasado.