La coliflor, rica en fibra y vitaminas, es uno de los vegetales más nobles para gratinar gracias a su textura tierna y su capacidad de absorber sabores. Al cubrirla con una salsa blanca casera y una mezcla de quesos fundentes, se logra un plato equilibrado entre lo cremoso y lo crocante. Esta preparación, que toma inspiración en la tradición francesa del gratin, es ideal para quienes buscan comer vegetales sin resignar sabor. Para destacar su sabor natural, se recomienda cocerla al dente y evitar sobrecargarla con demasiada salsa. Acompañar con pan o servir como entrada elegante y reconfortante.
Cortar la coliflor en ramitos. Hervir en agua con sal durante 6-8 minutos, hasta que esté tierna pero firme. Escurrir y reservar.
Derretir la manteca en una cacerola. Incorporar la harina y mezclar hasta formar una pasta (roux). Añadir la leche en forma gradual, batiendo constantemente hasta espesar. Condimentar con sal, pimienta y nuez moscada al gusto. Incorporar 100 g de queso rallado y mezclar hasta fundir.
Distribuir la coliflor en una fuente para horno. Cubrir con la salsa blanca caliente. Espolvorear el resto del queso rallado y el parmesano por encima.
Precalentar el horno a 200 °C con grill. Hornear entre 10 y 15 minutos, hasta que la superficie esté dorada y burbujeante. Retirar y dejar reposar unos minutos antes de servir.