Ningún lector es igual al otro; existe el que lee acostado hasta que el sueño lo vence, también el que lo hace muy temprano a la mañana antes de que la vorágine del día lo obligue a dejar la lectura e incorporarse; también los lectores en subtes, bondis y trenes, esos que vemos a veces con audífonos y una elocuente cara de estar en otro mundo. Y los que mientras el avión despega y los demás buscamos en las pantallas películas, documentales o series, abren su libro y a leer se ha dicho.Hay quien va a la playa a leer o el que espera el momento de una riesgosa cirugía hojeando las páginas de un libro, también está el que lee mientras cabalga en camello o en brioso corcel.Lectores hay muchos. Es una rama de la raza humana muy variopinta. Tengo un amigo que lleva su e-book al cine y mientras los otros se estremecen, lloran o ríen con lo que pasa en la pantalla, él disfruta de su lectura con una cara de piadoso buda que ni les cuento.Son estos días de finales de invierno, de refugiarse en la cama con la estufa, una taza de café y un libro un hermoso plan. Hay lectores que leen al buen tun tun, sin acudir a periódicos y a revistas literarias para seleccionar entre las novedades las más recomendadas. Otros acuden a los llamados gurú literarios. Descubridores de grandes autores, como Beatriz Sarlo que reseñó la grandeza de Saer. La Sarlo parecía sudar inteligencia y trascendió su condición de intelectual hasta formar parte de la cultura pop, tal vez de las últimas intelectuales argentinas cuya fama es equivalente a la de un futbolista, un cantante o un político, además de una lectora inusitada y frenética, como otra intelectual que tanto admiro, la gran Celina Manzoni, primera en escribir sobre Bolaño, el genial escritor chileno. Celina a sus ochenta años lee novelas, libros de cuentos y ensayos con una lucidez profunda y a una velocidad que deja en evidencia a lectores mucho más jóvenes y es que la curiosidad intelectual si la ejercitamos nunca nos abandona. Ese órgano que tenemos dentro del cráneo necesita más ejercitación que los músculos del cuerpo y como no hay gimnasios para el cerebro, para ejercitarlo tenemos que dejar de ser espectadores pasivos y leer libros que nos provoquen y nos hagan pensar. Para García Márquez la literatura es el más hermoso juguete creado por la humanidad y para Borges la escritura es la invención suprema de este planeta. Ambos tienen razón, la lectura te da alas y la literatura de ficción te saca de la ríspida realidad y hace que mundos mágicos sean posibles. Leyendo somos el conde de Montecristo, Orlando, el Eternauta, Aureliano Buendía y nos acordamos de todo como Funes el memorioso, para luego olvidarlo como miss Amnesia, el personaje del cuento de Benedetti.¿Es posible imaginar un mundo sin ficción literaria? Es una buena pregunta que tal vez forme parte de un libro que se está por escribir y que un día veamos en el estante de alguna librería de calle Corrientes.

Lectores, libros y lecturas | FM Avenida
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