Con asombro leí en Clarín que altos funcionarios de nuestro país, en vez de conseguir que la grieta se cierre, aumentan su dimensión. Un alto dirigente debe, además de ser eficaz, mostrar que no sólo conoce cómo gestionar una empresa, sino que en todo momento se muestra conciliador. Que además de su inteligencia y saber, sabe cómo apaciguar los momentos y traer paz para encarar los problemas que existan.
Deberían tener sensibilidad, además, para asistir a los más necesitados. ¿O acaso se ha solucionado la pobreza en nuestro país? Basta caminar no solo en Buenos Aires para ver gente que duerme en la calle. Cada vez hay más gente en la calle, que viven humildemente, sintiendo que no son oídos ni ayudados a salir de esa situación; si no fuera por la solidaridad de la gente, ¿qué sería de ellos?
La educación que no se obtiene en ninguna universidad que se debería enseñar como materia indispensable para una persona, se adquiere en el hogar, con ejemplos. La urbanidad, esa parte de cada uno que se debe aplicar y enseñar, desde pequeños: ayudar a otro, acompañar a cruzar una calle, respetar al prójimo y demostrar la buena educación. No sólo el gesto amplía y completa el conocimiento, sino que aumenta el valor de una persona. Es mucho más: ser educado vale más que un título universitario.
Los libros enseñan mucho. Internet también. Y nada cuesta guiarse por ello, para ser mejores personas. También en toda las religiones, el odio y la mala educación, no suma, sino que resta.
Todos nuestros próceres nos han dejado grandes enseñanzas. Sarmiento, que tenía enemigos, los combatía con la educación. San Martín, con el ejemplo y su gran calidad como persona. No hay que dejar de votar. Para que algún día las urnas nos traiga una persona, un político, que además de su saber, que de verdad busque, como misión, la solución de nuestros problemas más arraigados. Y si viajan al exterior, alguna vez, a los países de Europa del norte, traten de imitarlos en lo que respecta a cómo hicieron para tener un país ecológico, sin casi pobres y con sentido común, el más común de los sentidos.
Lydia Beatriz Rebagliatti [email protected]
Resulta extraño que el Hospital Garrahan -reconocido mundialmente- se encuentre en el medio de una controversia salarial, incluso que la ministra Patricia Bullrich salga a pedir paciencia a los médicos. Profesionales que se quemaron las pestañas por una vocación que los hace dignos de un salario adecuado por su exclusiva dedicación de salvar la vida de los niños. Para el Gobierno, ellos y adultos mayores son una franja etaria improductiva, nadie de los que manejan la economía los considera con tal que cierre la macro. Si hay “ñoquis” no deberían demorar más de 72 horas en resolverlo, no se puede generalizar para instalar en la sociedad que el reclamo salarial al igual que el de los pasivos impide el buen funcionamiento de la economía. La insensibilidad puesta de manifiesto es demasiada.
Roberto Rubén Sánchez [email protected]
Parece que el presidente Javier Milei en la materia “Desinflemos la inflación” ha sacado excelentes notas. Aunque en “Respeto por las instituciones”, apenas alcanzó con un cuatro. Pero para aprobar la pasantía debe tener todas las materias aprobadas y le recuerdo que en “Conducta” ya lleva aplazados varios trimestres. No le queda bien unir su voz al de un “gordo” rebelde o lo que quizás fue mucho peor, recorrer un escenario como un desaforado por haber aprobado apenas un Tallercito. Fui profesor titular de Nivel Medio por 39 años y rector de un colegio, y sé muy bien de lo que le hablo. Suponiendo que un día se “encuentre” con Alberdi, no creo que le alcance al decirle que fueron locuras de juventud lo de estos tiempos: ya está mayorcito para estos desatinos. Además, recuerde que una de las bolillas de la materia “Conducta” dice “Respeto por y aval a los periodistas”: en esto creo se está gestando citar a su papá porque la cosa es grave.
Prof. Dr. Héctor Cuadrado [email protected]
Leo un artículo que da como ejemplo a un niño con autismo pero de alto funcionamiento. Ningún autista es igual a otro. El autismo no es una discapacidad visible. El autista no tiene rasgos físicos que delaten a quien lo padece. Diego Spagnuolo, director de la ANDIS, dice que las personas con discapacidad deben trabajar. ¿Qué porcentaje de personas en edad de trabajar diagnosticadas con autismo son independientes y capaces de atender a alguien que le explica su trabajo? ¿Y de levantarse para ir a cumplir con la rutina? ¿De entender el significado de “responsabilidad”? Spagnuolo no parece conocer demasiadas personas con autismo dentro del espectro. Personas con lenguaje, sin lenguaje, que no hacen contacto visual, que no atienden lo que uno les dice, que no comparten, que quieren hacer lo que quieren cuando quieren. Estoy de acuerdo con Spagnuolo en que la familia de un niño autista debe pagar peaje, pero también entiendo que tienen muchos más gastos que otra familia cualquiera y deben recibir substancial -y duradera- ayuda del Estado. El autismo no se va, no es como la gripe.
Alicia I Halberstein [email protected]
No soy hincha de Platense. Tampoco habito en Saavedra, barrio que lo vio nacer en 1905. Sin embargo, como amante del fútbol, no puedo menos que celebrar el título que el Calamar ahora ostenta. La centenaria institución no necesitaba de semejante lauro (primera estrella de su historia) para seguir siendo respetada por los grandes. No obstante, resulta innegable que acaba de librarse de un largo estigma y que ha pasado a formar parte de la élite de los consagrados. Para llegar a esta feliz instancia y levantar la copa en Santiago del Estero, equipos de la talla de Racing, River, San Lorenzo y Huracán fueron superados por el club marrón. Por eso, Platense festeja. Lo merece.
Alejandro De Muro [email protected]
