Una delegación de funcionarios argentinos busca en Washington avanzar en un acuerdo para la reducción de aranceles recíprocos con Estados Unidos, una misión difícil cuando el presidente Donald Trump negocia con decenas de países a la vez y sube, baja y pospone gravámenes.
Este viernes, por ejemplo, el presidente anunció en un acto con metalúrgicos en Pennsylvania que impondría un nuevo aumento al acero y al aluminio, que llevaría los aranceles de un 25% ya anunciado al 50%, lo que significaría un golpe adicional para la Argentina. La medida entraría en vigor este miércoles.
La misión, encabezada por el embajador Luis María Kreckler, encargado en Cancillería de los temas comerciales; Pablo Lavigne, secretario de Industria y Comercio, y Carolina Cuenca, subsecretaria de Comercio Exterior, llegó el fin de semana.
El mismo lunes, según supo Clarín, mantuvieron reuniones en la Oficina del United States Trade Representative, que se encarga de la promoción comercial del país y que lleva adelante las negociaciones con todo el mundo.
Este martes las conversaciones fueron a puertas cerradas en la embajada argentina de la avenida New Hampshire con el equipo comercial de la sede diplomática y el embajador Alec Oxenford. Todo se da en un ambiente muy reservado, con acuerdos de confidencialidad. Los funcionarios argentinos regresan a Buenos Aires hacia el fin de semana.
Si bien la relación entre Trump y el presidente Javier Milei es estrecha, no se han visto por ahora demasiados avances, según supo Clarín. El jefe de la Casa Blanca anunció el 2 de abril la implementación de una suba de aranceles recíprocos del 10% mínimo a los productos provenientes de todos los países –algunos alcanzaron el 70%– con el argumento de equilibrar el intercambio y frenar el avance comercial de China y el tráfico de fentanilo.
El USTR escribió un informe detallado de más de 400 páginas sobre el comercio de EEUU con el mundo y lo que percibe como trabas arancelarias y de otro tipo. En el capítulo de Argentina, el reporte escribe en 4 páginas la asimetría en el intercambio en aranceles, tasas, prohibiciones de importación, restricciones a las importaciones, barreras aduaneras y derechos de propiedad intelectual.
Las negociaciones para resolver este tema se iniciaron al día siguiente del anuncio de Trump, con una reunión en Washington del canciller Gerardo Werthein y el propio Kreckler con el secretario el secretario de Comercio Howard Lutnick y el United States Trade Representative, Jamieson Greer.
Horas después de ese encuentro, el presidente Milei prometió que Argentina “va a avanzar para readecuar la normativa” para cumplir “los requerimientos de aranceles recíprocos” que pidió Trump, basados en este informe.
El Gobierno avanzó en varios puntos: se eliminó el cepo que dificultaba el acceso al mercado cambiario; la agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) eliminó restricciones; la justicia arrestó a Jorge Omar Castillo, el “Rey de la Salada”, donde se venden productos falsificados, pero hay algunos temas más complicados como el de la propiedad intelectual y la ley de patentes que requieren leyes del Congreso donde Milei, al menos por ahora, no tiene mayoría.
Trump postergó la entrada en vigor de los aranceles recíprocos hasta julio, mientras negocia fervorosamente con decenas de países, entre ellos China y el bloque de la UE, y aunque conversan con Argentina, hasta ahora no se han anunciado avances concretos con el país.
El Gobierno desinfló la idea original de un Acuerdo de Libre Comercio con EE.UU., que más allá de las trabas legales que enfrentaría por ser miembro del Mercosur, no encaja en la política proteccionista de Trump. Ahora se busca negociar un acuerdo comercial a largo plazo con ajustes de aranceles y la idea es que haya una lista de unos 50 productos en 0%.
Según señaló AmCham Argentina, la cámara que agrupa a las empresas norteamericanas con presencia en el país, Estados Unidos aplica un promedio de 1,2% en aranceles a productos argentinos, mientras que Argentina impone un 6,4% sobre las importaciones estadounidenses.
“Mi impresión es que hay decenas de gobiernos que están haciendo fila para negociar algo con el gobierno de Estados Unidos. De manera que este no es un buen momento para un país como Argentina que, pese a la buena relación entre Trump y Milei, no representa un volumen importante del déficit comercial de Estados Unidos”, dijo a Clarín el economista Arturo Porzecanski, investigador de American University, experto en finanzas internacionales y mercados emergentes.
“Hay países como Inglaterra, Europa, Japón, Corea del Sur, Vietnam y ni qué hablar de China que deberían recibir prioridad en las negociaciones, porque ahí está la clave del problema. Así que puede ser que haya una buena conversación. Pero creo que, si tienen alguna lógica en sus prioridades, las autoridades de Estados Unidos no van a apurar las negociaciones con Argentina, sino la de los países más relevantes”.
Además, resalta Porzecanski, está la traba del Mercosur. “No le va a ser fácil a la Argentina entrar en un acuerdo bilateral y mantenerse dentro del Mercosur. Además, si se hace un acuerdo donde se le rebaja el 10% a la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay van a querer lo mismo”.
“Acordar con Argentina, no solo no es una prioridad para Estados Unidos, sino que puede sentar un precedente para el resto del Mercosur. Y realmente no vale la pena porque el Mercosur no es parte importante del problema que tiene la administración Trump, que son los bloques de países y los países con quienes Estados Unidos tiene un déficit comercial importante”, agregó el experto.
Además de los “aranceles recíprocos” del 10%, la misión argentina además enfrenta un problema adicional con el nuevo aumento de los aranceles al acero y aluminio (del 25% a 50%) que anunció Trump y que entrarían en vigor este miércoles.
EE.UU. importa alrededor del 17% del acero que necesita, en su mayoría de Canadá, Brasil y México. Pero también afecta a la Argentina, ya que en 2024 las ventas de esos dos metales a EE.UU. sumaron más de US$ 600 millones, la mayoría de aluminio.
“Los aranceles impuestos (tanto el 25% original, ahora devenido 50%, más el 10% por arancel recíproco) son tan elevados e inciertos, que están generando una disrupción en los precios y en la oferta y demanda global de aluminio. La regularización de las operaciones está a la espera de las gestiones del gobierno argentino y de que se pueda clarificar el panorama en las próximas semanas”, señalaron fuentes de Aluar, que produce aluminio desde Puerto Madryn.
En febrero, Trump había establecido aranceles del 25% al acero y aluminio. El Gobierno intentó negociar una excepción, pero finalmente esos aranceles entraron en vigencia el 12 de marzo pasado. De esa manera, Argentina perdió el cupo de 180.000 toneladas vigente desde la gestión de Mauricio Macri. Ahora se enfrentan al 50%.