Medio millón de freelancers que trabajan para el exterior podrían beneficiase por el fin del cepo y los cambios que prepara el Gobierno para flexibilizar sus ingresos al país, aunque anticipan la mayor competencia global que se avecina.
La exportación de servicios profesionales −la denominada economía del conocimiento, que incluye a perfiles relacionados a tecnología y software, además de otras ramas como contadores, traductores, diseñadores y arquitectos− fue una de las pocas industrias que creció en 2024 y podría tener un 2025 récord por la mayor estabilidad macro.
El año pasado, el sector −el tercer complejo exportador, detrás del agro y la energía− creció 15% en exportaciones, que alcanzaron US$ 8.991 millones, según Argencon, cámara que representa a 48 empresas que aportan el 12% del empleo formal del rubro y 25% del volumen exportado.
Pero aunque la apreciación del peso derivó en una suba de los sueldos en dólares, estimaciones extraoficiales calculan que por el “mercado blue” se fugan, al menos, US$ 2.000 millones anuales por más de 500.000 profesionales que tienen un empleo de tiempo completo o parcial en el exterior y traen sus ingresos por el circuito informal.
El sector espera que haya un mayor vuelco a la formalidad tras el fin del cepo y la menor brecha cambiaria, que llevaba a los trabajadores a ingresar los dólares por vías alternativas a los bancos para obtener así una mejor cotización en la conversión.
Pero, además, el Gobierno busca incentivar la entrada de esos dólares con dos cambios en los que trabaja. Por un lado, el Banco Central dialoga con los bancos para que flexibilicen las comisiones que les cobran a estos usuarios. Al no estar reguladas, quedan sujetas a disposición de cada entidad financiera. Actualmente, suelen rondar en US$ 50 por envío.
Bajo el régimen de monotributo o como responsables inscritos, los exportadores pueden liquidar hasta US$ 36.000 al año, lo que equivale a un salario mensual de no más de US$ 3.000. En enero, se amplió el tope de US$ 24.000 anuales de ese entonces, que, a su vez, antes era de US$ 12.000. Y desde el 1° de junio, pueden sumarse al nuevo régimen simplificado de Impuesto a las Ganancias.
Sobre este punto se refirió el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, el viernes pasado en el streaming oficialista Carajo. Adelantó que la entidad monetaria trabaja para flexibilizar la exportación y admitió que “hay muchos que cobran por fuera del sistema”.
En tanto, la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) busca incluir a este universo que dejó afuera de los recientes anuncios para el uso de los “dólares bajo el colchón”. Al respecto, señaló que “por ahora, está excluida la renta de fuente extranjera, pero se está trabajando para sumarla”.
En la industria destacan que el efecto no será instantáneo. “No hay fuentes confiables sobre el volumen de operaciones de estos freelancers. Tampoco de su domicilio, muchos son nómades. Que puedan ingresar dólares al circuito legal tal vez nos de la oportunidad de cuantificarlo, aunque es posible que el ‘retorno’ no sea inmediato, sino paulatino”, adelantó Luis Galeazzi, director ejecutivo de Argencon.
En ese sentido, en la última encuesta de la entidad sobresalió la búsqueda de abaratar costos operativos por parte de las empresas y la mayor competencia entre los países por la radicación de inversiones.
Si bien los aranceles que fijó los Estados Unidos no alcanzan a servicios, sino a bienes de comercio exterior, Galeazzi anticipó una mayor competencia global. “No se ve afectada la exportación. Pero la reconfiguración geopolítica comercial puede tener efectos en la actividad y el comercio internacional”, analizó, y apuntó que “son claras las oportunidades de demanda internacional para el mercado argentino, por lo que se necesita consolidar un orden macroeconómico sostenible”.