El 11 de junio de 1904 nació el Automóvil Club Argentino (ACA), una de las entidades más reconocidas del país y de gran repercusión en el mundo por su faz institucional.
Detrás de su extensa trayectoria, surgida por el importante ingreso de automóviles a la Argentina en aquella época, pasó a cobrar preponderancia con un aspecto fundamental en cuanto al crecimiento del país: nuevas carreteras y el fomento del campamentismo, ícono de los albores del turismo.
Sus dirigentes siempre pensaron en idéntico sentido, que fue vincularse plenamente con todo lo vial. Fue así que en 1923 comenzó a idear cartillas, mapas y planos a través del Departamento Técnico Topográfico.
No menos trascendente resultó alcanzar un acuerdo con Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) -pujante a partir de la década de 1920-, con quien en 1936 diseña el despliegue de un número significativo de estaciones de servicio en todo el país, concatenado con las trazas viales que iban surgiendo.
Una de estas emblemáticas sedes del ACA fue la “Estación Caminera de Río Tala”, que comenzó a construirse en 1948 y se terminó en 1950, ubicada en la Ruta 9, Km 154, cuando la carretera aún era de tierra.
Fue denominada como la “179”, señal que se trató de una de las últimas en erigirse, sobre lo que era desde 1943 el nuevo trazado de la Ruta 9. Hasta ese año el recorrido era lo que es hoy la Ruta 8 hasta Pergamino, y desde aquí hasta San Nicolás por la actual Ruta 188.
Según un estudio efectuado por el arquitecto Adrián Mallol y Moretti, de la Universidad Nacional de Córdoba, el diseño de estos edificios estuvo a cargo del arquitecto Antonio Ubaldo Vilar (1887-1966). “El plan de obras implicaba el diseño y la construcción de decenas de estaciones de servicio en todo el país, que incluyó la sede central del ACA (1941)”, indicó.
Como consignó Mallol y Moretti, Vilar “es el creador del símbolo institucional” y aquí recuerda uno de los elementos absolutamente identificatorios del ACA, que fue el cartel: “Una increíble caracterización con un muñeco, independiente de los edificios en la vera de las rutas, el isotipo en letras metálicas que forman las marquesinas, y el mapa de la República Argentina, de 6 metros de altura, en las fachadas. El muñeco configura la silueta de un agente de tránsito haciendo señal de parada. La cabeza está representada por la insignia del club y en el brazo extendido se reproducen las iniciales de la entidad. En cuanto al tronco de la figura así estilizada se reproduce el tramo del camino que corresponde a la próxima estación”, describió el profesor de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad de Córdoba, en su estudio sobre las estaciones de servicio del ACA.
Dentro de las más de 180 de estaciones en todo el país hubo variaciones que se fueron adaptando a las características de la región donde se emplazaban. La de Río Tala mezclaba el ladrillo con la chapa acanalada de fibrocemento en sus paredes, y el techo de tejas. Sus aberturas contaban con vidrio repartido, y en su derredor una forestación abundante que se vincularía al espacio de descanso al aire libre.
Además, bajo un pronunciado alero sostenido por dos columnas, especie de tótem ubicados en los extremos de la plataforma, se hallaban los surtidores.
El primer encargado de la “Estación Caminera Río Tala” fue Antonio Di Pierro y los primeros empleados despachantes del combustible YPF, José Unamuno y Roberto Domínguez. Detrás de ellos, con el tiempo pasaron decenas de empleados, siendo el último responsable de la administración Roque Padilla, quien estaba a cargo de 10 empleados de surtidores, dos mecánicos y un gomero.
Después de haber cumplido funciones por décadas, dejó de funcionar cuando la Ruta 9 cambió la traza para convertirse en autopista (1979). Tuvo períodos destinados a otras actividades, como ser la primera sede del Centro Universitario Regional en los 90. Allí se dictó la carrera especial Técnico en Cultivos Intensivos. Hasta morir en el intento de convertirse en la sede del Destacamento de Bomberos Voluntarios.
También fue escenario del paso de los primeros Rallys Mundiales corridos en la Argentina (1980 y 1982). Y hasta obrador de la empresa encargada de la repavimentación de la Ruta 1001.
Mallol sostiene que existió una “fuerte carga simbólica”, merecedora de la declaración de “serie cultural patrimonial y ser protegida en consecuencia”.
Penosamente, para los sampedrinos, y en especial para los talenses, en este caso la intención de Mallol pasó a ser una paradoja. Hoy está reducida a pocos escombros ubicados a un costado del playón, después del incendio intencional que la destruyó el viernes 29 de diciembre de 2024.
