En una zona de suelos difíciles, hacen ciclo completo de producción de carne vacuna a pasto para consumo y exportación

Coronel Vidal, partido de Mar Chiquita. En esta zona del sudesde bonaerense, en el extremo sur de la depresión del río Salado, de suelos con limitantes físicas y de nutrientes, está El Pinar Chico. En este campo, tras décadas de trabajo en equipo, aplicación de tecnologías de procesos e inversión en conocimiento, actualmente hacen el ciclo ganadero completo, produciendo carne a pasto para exportación y consumo interno, con muy buenos índices.

Federico Allende, ingeniero agrónomo y gerente general de El Pinar Agropecuaria, está a cargo de esta empresa familiar desde 1998, año en que se compró El Pinar Chico. “Teníamos 500 vacas y actualmente hay unos 1.500 vientres, unos 2.200 terneros de invernada, que se engordan en forma pastoril, más la reposición, con lo cual hay unos 3.700/3.800 animales”, explica.

En realidad, El Pinar Chico (2.100 ha), junto a El Pinar, otro campo de 1.000 ha y cuya fundación se remonta a 1833 y forma parte de una herencia familiar de Allende, y La Mabel, un campo arrendado de 600 ha donde hacen agricultura (girasol y maíz), conforman los 3 campos de la empresa, que se trabajan integradamente. Del total de la superficie (3.700 ha), 900 ha se destinan a agricultura, unas 500 ha están ocupadas por lagunas y el resto se dedica a la producción ganadera de carne.

Allende recuerda que en los comienzos fueron difíciles. “Estuvimos un año sin agua. Hubo que hacer molinos y aguadas, y de a poco levantamos la empresa. Primero acomodamos la parte ganadera, tratando de eliminar la festuca tóxica”, cosa que lograron en El Pinar y están en proceso de lograrlo en El Pinar Chico.

Paralelamente, hicieron alambrados y pasturas y luego comenzaron con la agricultura pasando de 70 ha a porcentaje a 1.200 ha propias. Actualmente, “por motivos estratégicos una parte se terceriza y otra la hacemos nosotros”, explica Allende.

Paulatinamente, comenzaron a mejorar los recursos forrajeros hasta lograr tener pasturas de alfalfa, “algo impensado hace unos años, y aumentar cada vez más la producción de pasto. Tecnología de procesos, inversión en conocimiento y la adopción permanente de tecnología son nuestros pilares. Tenemos caravanas electrónicas en todos los terneros y lectores para poder tener más información decisoria”, destaca Allende. El Pinar Chico está habilitado para exportar a la UE no Hilton, que exige animales individualizados con ese tipo de identificación.

Actualmente, tienen un porcentaje estable de 94/95 % de preñez y de 90% de destete. Cuentan con un veterinario jefe de sanidad y también especialista en reproducción. Las vaquillonas de primero y segundo servicio se inseminan con IATF (Inseninación artificial a tiempo fijo) y se las repasa con toros. Las primerizas tienen un servicio anticipado de un mes (fin de agosto), cuando la fecha de servicio estándar es el 1° de octubre. “Se adelantan un mes las vaquillonas de primer servicio para que tengan más tiempo de puerperio en su segundo servicio. El resto de las hembras tienen servicio natural durante 90 días.Y todos los terneros se capan y caravanean al nacimiento”.

Hace muchos años trabajan con genética Angus de la cabaña Flores Chicas, de Lobería (BA), que les provee de toros y semen. “El único protocolo inflexible que tiene El Pinar es que no pueden entrar reproductores de afuera, salvo los toros y vaquillonas o terneras susceptibles de ser reproductoras”, advierte Allende.

Sobre los terneros, agrega que “sus madres tienen por lo menos 60 días de puerperio, cuando va a entrar el nuevo servicio. Nuestro servicio empieza el día que nace el primer ternero. Con esas fechas vamos estableciendo los sistemas”. Ese es el marco general del campo y luego cada lote puede tener una pequeña variación si hay algún motivo que lo amerite. “La concentración de nacimientos es muy grande: 85% el primer mes y 95% en el primer mes y medio”, precisa.

El índice productivo del del último año fue de 205 kg carne/ha, 475 kilos de carga media/ha y 43,22% de eficiencia del stock, contando el sistema completo: cría, recría y engorde.

A propósito, Allende explica que “manejamos el ciclo completo por una decisión empresarial de por qué tenemos determinada cantidad de vacas y por qué hacemos determinada recría lo que nos da el índice productivo general de la empresa”.

En el último año encerraron 560 animales durante 90 días en promedio para la terminación. Se hace con silos de autoconsumo, en plazoletas donde los animales tienen un alimento compuesto de 88% de maíz y 12% de núcleo proteico. Durante los primeros 15 días, los novillos pasan por un período de acostumbramiento con heno de rollo y luego, con lapsos crecientes de acceso a la comida.

Utilizan maíz de producción propia y compran en caso de no autoabastecerse. En cuanto a las pasturas, en parte hacen cosecha de forraje y en parte hefinican, haciendo rollos. Trabajan con contratistas de maquinaria de la zona que la propia empresa desarrolló hace muchos años. “Conocen el campo de memoria y ellos contrataron a los agricultores asociados que siembran en los campos de la empresa”, cuenta Allende.

La base forrajera de El Pinar Chico se compone de: 80 ha de alfalfa y festruca mediterránea; 220 ha de raigrás perenne; 100 ha de raigrás sembrado este año; 410 ha de pasturas perennes en producción, de menos de 5 años de antigüedad; 425 ha de pasturas en producción de más de 5 años; 510 ha de campo natural o naturalizado; 40 ha de maíz sobre raigrás, 200 ha de maíz forrajero cosechado y 200 ha de maíz cuyo grano se utiliza como ración de terminación para el ganado de engorde.

Este año incorporaron maíces sembrados sobre promociones de raigrás (rejuvenecimiento), para tener maíz en pie para pastorero con raigrás abajo. Es una nueva técnica que comenzaron a implementar este año, sembrando maíz tardío, en diciembre, cuando se seca el raigrás, para pastorear esos lotes en el otoño. “Entonces para el engorde, los animales comen el maíz en pie y raigrás, lo que les da una dieta equilibrada de energía, proteína y materia seca (fibra)”, cuenta Allende, quien aclara que van ajustando el funcionamiento de estas innovaciones.

El campo cuenta con el asesoramiento de profesionales, tanto en el aspecto veterinario como en el forrajero y de nutrición animal. “Estamos en la red de ensayos del INTA y la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA) de la Univesidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) que empezaron en 2024, con festucas y agropiros, y seguirán en 2025.

También se están incorporando ensayos sobre alfalfas de manera de tener distintos recursos forrajeros”, explica Allende. Estos ensayos, están a cargo de la Ing. Agr. Alejandra Marino del INTA-FCA-UNMDP y también integran la red de Fertilizar. “Prestamos el lugar y aplicamos las recomendaciones de fertilización que surgen de esos ensayos”, explica Allende, quien cuenta que en este año van a refertilizar con fósforo las pasturas nuevas de alfalfa, y aplicar urea a los raigrases tempranos.

Respecto de esta prácticas, Allende señala que “no hay nada que no demuestre que económicamente la respuesta del forraje al fertilizante es absoluta. Lamentablemente, a veces la parte financiera limita la aplicación de esta tecnología. La respuesta agronómica está, pero la influencia del costado financiero existe”.

En tanto, los ensayos de nutrición los hacen los especialistas Darío Colombatto y Felipe Pereyra, quienes “visitan anualmente el establecimientoy nos ayudan a pensar e ir mejorando la gestión de la empresa”.

El plan de producción de El Pinar prevé que 50% de las vaquillonas van a reproducción y 50% se vende gorda como ganado de consumo a 320 kilos. De los novillitos, un tercio se engorda para consumo interno a 350 kilos, otro tercio va a exportación a 450/470 kilos, y el tercio restante se vende a exportadores como ternero para invernada pesada. “Este es nuestro master plan que es un marco, pero lo suficientemente flexible para que nos movamos corriendo los 3 tercios, siempre dentro del marco”, aclara Allende.

Los animales de invernada se venden a exportadores, especialmente con el Grupo Bermejo, en tanto que la comercialización de hacienda de consumo la realizan con una consignataria con la que operan hace muchos años.

“El objetivo es aumentar nuestra producción ganadera a través del aumento del peso individual de los animales que vendemos, que es lo que tiene que hacer el país. No es fácil, pero hay que hacerlo, meterle garra y lograrlo. Hay que tener las pasturas, fertilizarlas, tener un proceso y trabajar todos los días sabiendo que te equivocás todos los días, y el mérito es que, plagado de errores, avanzaste todos los días”, destaca Allende.

Para el objetivo, la empresa ha escrito sus propios protocolos de procesos. “Definimos qué es la cría, la atención de las vacas para el parto, quién es el responsable, a quién le tienen que reportar”, pone como ejemplo Allende. “Es más horizontal y más moderno. A mi equipo no le voy a decir que hagan fuerza, sino que tomen decisiones, lo que es mucho más difícil. No se dan órdenes, se establecen protocolos y planes, de cuya definición participan todos los miembros del equipo”.

Y en este sentido, enfatiza “una idea muy fuerte que tenemos es que nosotros perseguimos ideas y la idea es lo importante, no quién la tuvo. Tenemos bastante naturalizado eso. No existen los secretos. Todo el mundo sabe lo que vamos a hacer y todos saben lo que hacen todos”.

Más allá del caso productivo y de la evolución que la empresa tuvo en casi 30 años, Allende destaca algo que suena disruptivo para lo que comúnmente se escucha en en el agro: “No dependemos ni del Gobierno ni el clima. Claro que influyen, pero somos nosotros los actores que hacen que la empresa haya crecido y sea sustentable. Si en vez de tener 95% de preñez tuviera 70%, que el gobierno suspenda las exportaciones de carne o no, no me cambia la vida, porque lo que no tengo es qué exportar”, ejemplifica.

Y agrega: “Si nos toca un clima muy benévolo como en el otoño pasado, después de años duros, si no teníamos el recurso forrajero bueno (raigrases, alfalfas, etc.), el otoño iba a ser benévolo, pero no íbamos a tener pasto, porque no teníamos el recurso que produjimos nosotros. Son nuestras decisiones las que hacen que esto crezca”.

Para Allende, “si trabajamos para adentro, el resto no importa. Luchar contra el factor externo inmanejable te desgasta y es aburrido. Un campo de al lado se fundió con la misma lluvia y el mismo gobierno”. Y en este punto, opina que “nos cuesta mucho más reconocer nuestras virtudes que nuestros defectos. ¿Si ponemos más énfasis en hacer crecer nuestras virtudes que en empezar a mirar nuestros defectos -que no significa no corregirlos- no es mejor?¿Y si creemos en nosotros mismos y le metemos para adelante? Estoy convencido que es así. Si nos equivocamos, lo reconocemos y volvemos para atrás”, concluyó.