Durante su exilio, en la residencia madrileña de Puerta de Hierro, el general Perón grababa en un magnetófono Grundig TK23 mensajes e instrucciones políticas para sus seguidores en la Argentina.
Los audios ingresaban de contrabando y se reproducían en secreto. Eran tiempos de proscripción del peronismo; de la poderosa y hermosa consigna “Luche y vuelve”.
En un calco de aquellas prácticas, Cristina Kirchner grabó un mensaje para las miles y miles de personas que se concentraron este miércoles en su apoyo en Plaza de Mayo.
La mayoría la escuchó como deben haber escuchado hace más de 60 años los viejos peronistas los audios del general: en silencio y devoción por su líder.
El audio grabado de este miércoles para ser reproducido ante la feligresía hace preguntarse si éste no será el formato que usará el kirchnerismo en la campaña electoral que se avecina en la Provincia. Más cuando la ex presidenta pretendía candidatearse a diputada provincial por la Tercera Sección Electoral, el bastión del PJ.
Pese a la potencia de su luego frustrada candidatura, lo cierto es que en las 7 elecciones que ya hubo en lo que va del año el kirchnerismo mostró una floja performance.
Sí es un hecho que en el peronismo no hay nadie que mida más que ella en esas barriadas del sur del conurbano. Por eso, la especulación acerca de si los mensajes grabados no empezarán a verse a repetición.
Aunque se suponía que se trataba de un momento histórico para el kirchnerismo, su discurso sonó apagado, poco elaborado, lejano a esas clases magistrales que tanto le gustan y para las que se preparaba.
Del “Vamos a volver” -otra consigna histórica del peronismo- fue derecho a la narrativa clásica de las supuestas bondades de los años K, la de los pibes comían cuatro veces por día, los jubilados tenían remedios, los laburantes podían comprarse un autito, una casita. Como era de esperar, no hubo autocríticas.
En 2023, cuando se fue del Gobierno junto a Alberto Fernández, la pobreza alcanzaba a 19,4 millones de argentinos.
La ex presidenta aventuró que no la dejan competir “porque saben que pierden”. ¿Se refería a la Justicia, al Gobierno o a los “poderes fácticos”?
Se sabe que la Casa Rosada la quería en la cancha. La estrategia electoral libertaria era básica: simplemente polarizar con ella. Tampoco lo favorecen a Javier Milei las marchas de apoyo a su rival ni que ella denuncie, en caso de triunfo oficialista, que fue por su “proscripción”.
De su audio de este miércoles surge un mensaje pacificador. En las bases kirchneristas, genuinamente golpeadas por la condena a la ex presidenta, se escuchó decir en los últimos días que se jugaba con fuego, que la calle se iba a pudrir. Pero Cristina no fue por ahí: habló de “defender la democracia sin violencia, con coraje y sin miedo”. Y confió que se encontraba “firme” y “tranquila”.
Castigó, claro, al Gobierno. Dijo que el modelo “que ahora encarna Milei se cae” y que “tiene vencimiento como el yogur”. Trató al ministro de Economía Luis Caputo de “impresentable”.
La ex presidenta, además, mandó un mensaje al peronismo al hablar de la necesidad de “organizarse para clarificar”.
Aunque la confirmación de la condena hizo que Cristina volviera a tener enorme centralidad, lo que se ve es el arranque de un nuevo proceso en el peronismo.
Pese a las presiones, por ejemplo, la mayoría de los grandes gremios no se sumaron a la marcha. Se vieron en la Plaza de Mayo banderas de sindicatos diminutos como el de Guardavidas y de los trabajadores de Casinos. Los lugares más visibles en la Plaza eran históricamente territorio exclusivo de las organizaciones más poderosas.
La pérdida de poder es cruel.