Solana Sierra está escribiendo su propia página en la historia del tenis argentino. Con apenas 21 años, la marplatense se metió este viernes en los octavos de final de Wimbledon, algo que ninguna compatriota conseguía desde Paola Suárez en 2004. Pero además, lo hizo como lucky loser, es decir, tras haber perdido en la clasificación y haber ingresado al cuadro principal por una baja de última hora. Es la primera jugadora en la Era Abierta que logra llegar tan lejos en el torneo partiendo desde esa condición.
El triunfo fue ante la española Cristina Bucsa (102ª del mundo) con parciales de 7-5, 1-6 y 6-1, en un partido cargado de emociones, quiebres y hasta un susto físico: en el segundo set, Solana se golpeó la mano con su propia raqueta en un momento de frustración y debió ser atendida por una médica en plena cancha.
A pesar de ese bajón, la argentina se repuso con carácter. En el tercer set retomó la solidez, quebró dos veces a su rival y terminó imponiéndose con autoridad. Según La Nación, la marplatense está acompañada en Londres por el entrenador Miguel Fragoso, de la Rafa Nadal Academy, donde entrena desde hace un tiempo.
Un crecimiento sostenido que empieza a explotar
Hasta hace un año, Solana estaba fuera del radar de las grandes luces. Era la número 175 del mundo. Hoy, con esta victoria, ya se ubica 65ª en el ranking en vivo. Un salto impresionante en apenas doce meses.
Su carrera no se construyó de un día para otro. Nacida el 17 de junio de 2004 en Mar del Plata, desde chica se destacó en las juveniles. Fue semifinalista del US Open junior en 2021 y finalista en Roland Garros 2022, lo que le valió ser considerada uno de los seis talentos más prometedores del circuito ITF en 2024, según un comunicado de la propia Federación Internacional de Tenis.
En ese mismo año, ganó seis títulos ITF, cuatro de ellos en Argentina, y recibió una beca del Programa de Desarrollo de Jugadoras del Grand Slam, una inversión que -a la vista de los resultados- fue más que acertada.
Un presente que ilusiona
El 2025 también arrancó con buenas noticias: en enero ganó el W75 de Vero Beach (Estados Unidos), en abril se coronó en Bellinzona, y semanas antes había alzado su primer título WTA, el WTA 125 de Antalya 3. En Roland Garros logró superar la clasificación y jugar el cuadro principal, aunque no pudo avanzar más allá del debut.
A Wimbledon llegó luego de perder en la última ronda de la qualy, pero el destino le dio una segunda chance. Hoy, la está aprovechando como pocas. En octavos de final, espera por la ganadora del duelo entre Laura Siegemund y Madison Keys.