La campaña de maíz 2024/25 todavía no terminó, quedan lotes por cosechar en muchas zonas, pero el presidente de Maizar, Federico Zerboni, ya traza un balance positivo en un año que comenzó con grandes incertidumbres y que, gracias al clima, cerrará con una producción cercana a los 50 millones de toneladas y con buenas perspectivas para la próxima siembra.
“El balance es bastante positivo. Más que todo a partir de febrero el desarrollo fue enorme, el otoño fue inmejorable, húmedo y sin frío, lo que permitió que los maíces tardíos llenaran bien el grano”, explicó Zerboni.
A pesar de una fuerte baja de precios internacionales, los buenos rendimientos compensaron parcialmente la baja rentabilidad y en zonas clave de la Pampa Húmeda y Córdoba se obtuvieron buenos resultados.

Carlos Pouiller, analista del mercado de granos y socio fundador de la consultora AZGroup, advierte que aunque no hubo mayores problemas con la chicharrita dalbulus maidis -la gran amenaza previa que preocupaba a los productores-, sí hubo algunos problemas climáticos importantes en algunas zonas como el norte del país, donde el maíz y otros cultivos sufrieron la falta de humedad, dando rendimientos muy bajos.
“Los rendimientos del maíz fueron muy dispares. Algunas zonas tuvieron muy buenos rindes, superando ampliamente a la soja, mientras que otras obtuvieron resultados modestos, con rentabilidad de sólo alrededor del 10 por ciento. En general, el resultado económico del cultivo dependió mucho de los rindes obtenidos. Además, aquellos que vendieron anticipadamente a buenos precios (de entre 190-200 dólares por tonelada) tuvieron muy buenos resultados, mientras que los que no vendieron a tiempo se enfrentan ahora a precios más deprimidos”, detalla Pouiller.

¿Qué esperar de la campaña 2025/26?
Faltando todavía varias semanas para el comienzo de las labores, la intención de siembra de maíz para la próxima campaña es buena, impulsada principalmente por un mejor margen del cereal respecto de la soja. “La venta de semilla viene bastante bien. Las retenciones no se bajaron, pero el margen del maíz sigue siendo superior al de la soja”, explicó el titular de Maizar.
Con él coincide Pouiller: “La ecuación para la campaña 25/26 del maíz muestra mejores resultados proyectados que la soja, con precios futuros de 175 dólares por tonelada por el maíz y 280-283 para la soja. Por ejemplo en la zona núcleo, con rindes promedio la rentabilidad proyectada para el maíz es superior al 20 por ciento, mientras que en otras regiones está entre el 5-10 por ciento, un resultado modesto pero positivo. Para la soja, en algunas zonas la rentabilidad es de cero”.
Pablo Talano, un consultor privado muy conocedor de las dinámicas del maíz, confirma que el mercado de semillas e insumos para la implantación viene más activo que el año pasado. “El ritmo de ventas a esta altura es mejor y se espera que se cumplan los objetivos de hectáreas bastante similares al año pasado, y hasta un 15-17 por ciento más. Es un estimado que se está rondando, básicamente en detrimento de soja y de sorgo, que el año pasado ocupó bastantes hectáreas de maíz por el miedo a la chicharrita”, dice.

¿Qué pasa con la “chicharrita”?
En general hay coincidencia en que el fenómeno chicharrita, parece haber quedado atrás, dejando nuevos aprendizajes para el sector. Zerboni afirma que los productores han recuperado confianza en sus planteos técnicos y que la decisión de siembra se basa ahora, sobre todo, en el perfil hídrico. “¿Hay humedad en el perfil? Sí: entonces sembramos temprano. ¿El perfil está seco? No se siembra y se va a tardío”, sintetiza.
Para Talano, la traumática experiencia con la plaga despertó en los productores la conciencia de retomar un manejo integrado de plagas. “Si hay que hacer aplicaciones de insecticidas, se están haciendo. Si hay que usar híbridos con mayor tolerancia, se están empezando a usar”, dice.
Tecnología, costos y cautela
A pesar de un escenario climático más favorable, Zerboni remarca que la cautela será protagonista de la campaña 25/26. Las decisiones, según él, estarán marcadas por márgenes ajustados, falta de incentivos fiscales y altos costos internos, lo que limita el entusiasmo por adoptar tecnologías de punta.
“No se espera un uso generalizado de la tecnología disponible, ni un gran despegue del sector, como muchos esperaban. Mientras se mantengan las retenciones, el sector va a ir muy atrás”, sostuvo, señalando que la falta de señales económicas claras frena la incorporación de innovación. “No vemos una euforia por usar tecnología. El productor tiene que ser más cauto y previsor. Se va hasta donde el margen da”, agregó.
De todos modos, Talano recuerda que “el maíz es un cultivo que responde muchísimo a la agricultura de precisión, entonces todas las herramientas de agricultura digital y de ajuste por ambientes se tornan vitales”. Además, el experto destaca el rol central que tiene el cultivo en la sustentabilidad de todo el sistema. “Por cada tonelada de maíz producido hay 600 kilos de carbono que se incorporan al sistema. No hay muchos cultivos que tengan la capacidad de producir 10 o 12 toneladas, entonces es un aporte muy fuerte en términos de carbono en la parte aérea y por el sistema radicular”, explica.
Para contribuir al análisis sobre la toma de decisiones, Pouiller afirma que a la hora de definir estrategias los productores tienden a mantener una rotación de cultivos predeterminada y son poco flexibles a cambiarla. Sin embargo, analizan factores como márgenes, resultados proyectados y costos (especialmente de flete) para decidir si ajustan un poco la superficie sembrada de cada cultivo. “En general, la decisión final se basa principalmente en la ecuación económica, dentro de la rotación de cultivos establecida para cada zona”, dice.
El maíz argentino cierra una campaña 2024/25 que sorprendió por sus resultados gracias a un clima benévolo y a la resiliencia del sistema productivo. Para el ciclo 2025/26, el escenario es más conservador: intención de siembra firme pero decisiones condicionadas por los números y el contexto político-económico. El maíz sigue insinuando su enorme potencia, pero el campo espera señales más claras para dar el salto tecnológico.