El colon irritable —también conocido como síndrome del intestino irritable (SII)— afecta a entre el 5 y el 15% de los adultos y se caracteriza por dolor abdominal, hinchazón y alteraciones del tránsito que fluctúan entre diarrea y constipación.
Los especialistas coinciden en que los ajustes dietarios son la primera línea de manejo para reducir brotes sin recurrir de entrada a fármacos.
Entre ellos, la dieta baja en FODMAP (Fermentable Oligosacáridos, Disacáridos, Monosacáridos y Polioles) se colocó a la cabeza de las recomendaciones clínicas por su eficacia para disminuir gases y distensión.
Esta estrategia elimina temporalmente azúcares fermentables y luego los reintroduce de forma pautada, permitiendo identificar disparadores individuales.
Cuando el objetivo es una remisión sostenida, la ciencia señala que un patrón antiinflamatorio —rico en omega-3, fibra soluble y antioxidantes— mejora la microbiota y modula la respuesta inmunitaria de la mucosa intestinal.
Según detalla Mayo Clinic, los alimentos con efecto antiinflamatorio aportan fitoquímicos y lípidos que refuerzan la barrera intestinal y disminuyen la liberación de citocinas. Complementar la dieta con probióticos ―kéfir, yogur deslactosado o suplementos― favorece la diversidad bacteriana y reduce la hipersensibilidad visceral.
Elegir ingredientes de fácil digestión minimiza la fermentación excesiva y previene la hinchazón:
Los lácteos con lactosa encabezan la lista de culpables por su tendencia a fermentar y generar dolor tipo cólico, mientras que las verduras crucíferas crudas (brócoli, col, repollo) producen gases que exacerban la distensión.
Bebidas carbonatadas y edulcorantes como sorbitol introducen aire o alcoholes de azúcar que disparan urgencia. Además, las comidas fritas y altos porcentajes de grasa saturada promueven contracciones dolorosas; de allí la recomendación de limitar fast-food y snacks procesados.
La cafeína estimula la motilidad y puede empeorar la diarrea en subtipos SII-D; reducir el café y las bebidas energizantes suele ser un paso clave.
Finalmente, el alcohol irrita el epitelio y altera la permeabilidad, por lo que la abstinencia o la ingesta ocasional moderada son estrategias sensatas.
Adoptar una alimentación antiinflamatoria baja en FODMAP, reforzada con probióticos y rica en fibra soluble, se consolida como la estrategia dietaria con mayor respaldo científico para calmar el colon irritable.
A su vez, reducir lácteos con lactosa, grasas saturadas y gaseosas, mientras se suman pescado azul, avena y frutas bajas en FODMAP, permite a la mayoría de los pacientes disfrutar de comidas sabrosas sin pagar el precio del dolor y la hinchazón.