“Leer es también imaginar. E imaginar es un acto de resistencia frente a las maquinarias de poder”, señaló la escritora argentina María Teresa Andruetto, una de las grandes referentes de la literatura infantil y juvenil en el mundo hispano, durante su conmovedor discurso en la inauguración de la 33.ª Feria del Libro Infantil y juvenil que se desarrollará hasta el 28 de julio con entrada libre y gratuita, más de 180 actividades y la participación de 76 expositores en el Palacio Libertad (ex Centro Cultural Kirchner). En simultáneo, el secretario de Cultura de la Nación, Leonardo Cifelli, desairó a los presentes excusándose de participar en desacuerdo con las ideas de Andruetto: “Aprovecha ese espacio para sus posicionamientos ideológicos“, aseguró a través de sus voceros.
El acto inaugural estuvo encabezado por Christian Rainone, presidente de la Fundación El Libro, y Gabriela Pérez, presidenta de la Comisión Organizadora de la feria. Ambos destacaron la necesidad de acercar el libro a chicos y chicas desde la primera infancia, de renovar la experiencia de lectura en las ferias mediante propuestas lúdicas e inmersivas, y de trabajar para que “ningún niño ni joven se vaya sin un libro en la mano”.
Pérez agradeció al equipo de la Fundación y a las instituciones que acompañan cada año –como ABGRA, ADA y ALIJA–, y dedicó un sentido homenaje a Marita Ventieri, histórica integrante de la Comisión fallecida recientemente.

Uno de los momentos más celebrados fue la presentación oficial de Lina, Lolo y Lili, personajes creados por el joven ilustrador Nehuén Costa, sanjuanino de 23 años. “Hace unos meses estaba mostrando mis dibujos por primera vez a editores. Hoy mis personajes están por todos lados en la feria. Más que una ventana, se abrió un mural gigante para mí”, dijo conmovido.
Nadie reemplazó a Cifelli que es, además de anfitrión, la máxima autoridad del país. El funcionario decidió no formar parte de la inauguración “porque como hemos repetido una y otra vez, la política nada tiene que hacer en la Cultura. Yo no voy acompañar el show de una persona que aprovecha ese espacio para sus posicionamientos ideológicos”, pese a que sus propios discursos suelen exponen abiertamente sus posiciones ideológicas sin reparo alguno.
Palabra, memoria e infancia
El acto cerró con la voz firme y comprometida de María Teresa Andruetto, Premio Hans Christian Andersen y una de las grandes referentes de la literatura infantil y juvenil en el mundo hispano. Su discurso entrelazó literatura, historia, memoria y realidad contemporánea, con una fuerza que conmovió al auditorio.

Andruetto no se queda embelesada en el mundo de la ficción, aunque es experta y mira la realidad, denuncia con su mejor herramienta: la palabra. En los discursos anteriores, la precedió Canela, y el año pasado Pablo Bernasconi. Hoy fue su turno y estuvo especialmente movilizada porque se conmemora el 30.º aniversario del atentado a la AMIA.
Por eso, la escritora eligió comenzar con un minuto de silencio, no solo por las víctimas de aquel ataque, sino también por “los 25.000 niños gazatíes muertos bajo las bombas, el hambre y la sed”. Citando a Silvia Bleichmar, recordó que “hay muchas vidas que se silencian con el volumen de los privilegios”.
“No puede hoy la literatura infantil desviar la mirada de Gaza”, advirtió, recordando que los pilares internacionales de la literatura para niños –como el Premio Hans Christian Andersen y la Feria de Bolonia– nacieron tras el genocidio del pueblo judío con el propósito de promover la paz a través de los libros.
Con un tono poético y profundo, citó a autores como Brecht, Pasolini, Todorov y George Didi-Huberman, evocando a las luciérnagas como símbolos de resistencia en tiempos oscuros: “Las luciérnagas son focos de resistencia social y estética. Señales en medio de la noche, resplandores en tiempos en los que la crueldad se actúa y se exhibe con total obscenidad”.
Y agregó: “La educación literaria resiste el afán de domesticación. Abre puertas hacia mundos posibles. Porque el que obedece no puede hacerse preguntas. Y leer es también eso: hacerse preguntas”.

La escritora también reivindicó el rol de los docentes, mediadores y artistas como “puentes entre libros y lectores”, y concluyó con una reflexión que atraviesa todo su pensamiento: “Con los libros podemos establecer conversaciones entre quienes estamos vivos y quienes están muertos. Entre quienes pensamos en una lengua y quienes piensan en otras. Entre los que somos de aquí y los que son de otros lugares o de otras épocas. Porque leer da a pensar. Porque leer es también imaginar. E imaginar es un acto de resistencia frente a las maquinarias de poder. Resistencia. Eso hacen a veces también los pueblos de las maneras menos pensadas para que pueda suceder lo impensado, para poder escuchar algo más que lo que ya sabemos”.
Del acto participaron Pablo Silva, a cargo de la Dirección del Palacio Libertad; la directora de la Biblioteca Nacional, Susana Soto; los escritores y editores Canela, Laura Leibiker, Juan Manuel Pampin, María Amelia Macedo, Ezequiel Martínez, Ana Maria Cabanellas, Susana Itzcovich y Mario Mendez; y las ilustradoras Ana Luisa Stok e Isol.
Para todas las edades
Además de la amplia oferta cultural, esta edición incluye las Jornadas Profesionales, las Jornadas para Docentes y Mediadores de Lectura (con el ciclo “La Gran Travesía”), visitas de más de 160 escuelas, y la entrega de los Premios Pregonero, que distinguen a promotores de la lectura de todo el país.

Con mirada federal, propuestas para todos los públicos y un enfoque que combina celebración, reflexión y compromiso, la 33.ª Feria del Libro Infantil y Juvenil apuesta a ser también un espacio clave para formar lectores libres, críticos y sensibles.