En Florida, muchos migrantes comenzaron a manejar con una mezcla de ansiedad y estrategia. La posibilidad de ser detenidos por la patrulla de caminos simplemente por su apariencia o por un detalle en sus vehículos transformó la rutina de conducir en una actividad cargada de miedo, según documentó una investigación periodística.
Desde que la administración del gobernador Ron DeSantis otorgó a los agentes de la Patrulla de Caminos de Florida facultades para realizar controles migratorios durante operativos de tránsito, muchos residentes —incluso aquellos con estatus legal— empezaron a aplicar medidas preventivas para no ser aprehendidos.
En el entorno de una iglesia evangélica a las afueras de Tampa, NPR documentó cómo los migrantes crearon sus propias reglas informales para intentar pasar desapercibidos al manejar.
Estas normas no oficiales cobraron fuerza a medida que más extranjeros fueron detenidos en controles de tránsito, según explicaron desde el medio citado. Aunque algunos cuentan con permisos o estatus regular, la incertidumbre jurídica y la expansión de operativos como la “Operation Tidal Wave” —presentada por el propio gobernador DeSantis con el objetivo de aplicar una vigilancia migratoria más agresiva— sembraron el miedo incluso entre quienes no tienen antecedentes.
María señaló que muchos trabajadores decidieron no salir a la calle. “Esta mañana me llamaron: uno de los sitios donde trabajamos está completamente parado. Más de 30 personas no se presentaron. Decime vos qué hacemos”, expresó con frustración.
El impacto de estas políticas comenzó a sentirse en la economía local. Adam Isaacson, del grupo humanitario Washington Office on Latin America, alertó que esta restricción en la movilidad afectará el consumo, el empleo y el funcionamiento de múltiples industrias. “Si la gente no puede trabajar ni hacer compras, eso termina drenando dinero del sistema económico”, explicó en diálogo con NPR.