La pelea interna no saldada en el peronismo en el caótico cierre de listas para la elección del 7 de septiembre se coronó con la candidatura de Mayra Mendoza en la Tercera Sección, la única de las ocho con posibilidad concreta de triunfo para Fuerza Patria y en la que Axel Kicillof había impuesto a la vicegobernadora Verónica Magario como cabeza de lista. La discusión política entre las tribus se trasladará a la campaña, también acaso a la atribución de la eventual victoria en esa porción del conurbano.
La candidatura de la intendenta de Quilmes fue uno de los ejes de conflicto de las negociaciones que quedaron a punto de naufragar en la noche del sábado. Cristina Kirchner había anunciado que se presentaría en la Tercera, unos días antes de que la Corte dejara firme la condena por la causa Vialidad. La prisión domiciliaria de la ex presidenta, con inhabilitación para ejercer cargos públicos, formó parte de las pujas durante esas horas de extrema tensión en La Plata.
Kicillof forzó la postulación de Magario, su compañera de fórmula que no asumirá como diputada provincial. Hubo un intento de veto por tratarse de una candidatura testimonial, algo que Cristina había pedido evitar. El kirchnerismo también jugó otra carta: el lugar que había elegido la ex mandataria debía quedar para alguien identificado con ella. Para Mendoza.
El gobernador no lo aceptó. Más allá de su decisión de no ceder en las cabezas de la Primera y la Tercera -entre ambas secciones concentran más del 70% del electorado-, la intendenta de Quilmes acumulaba resistencia en parte de sus pares de la región, en especial en Jorge Ferraresi con quién está enfrentado de manera abierta pero también con otros que integran el esquema liderado por Kicillof.
“Cristina pedía ese lugar para Mayra, y él decía que se tenía que dar vuelta y explicárselo a los intendentes”, apuntaron desde el kirchnerismo. “Vamos a caminar, a dar la discusión por un proyecto de país. Nuestra primera representación era Cristina, la Justicia la proscribió, y eso no está desligado a los padecimientos de la gente. Metieron en cana a la única que puede discutir en serio este modelo”, completaron una vez que la postulación en la tercera ubicación quedó confirmada.
Detrás de Magario ya estaba ubicado Facundo Tignanelli, otro dirigente de los más cercanos a Máximo Kirchner. Cuarto quedó Mariano Cascallares, el intendente de Almirante Brown que era la alternativa a la vicegobernadora desde el sector de Kicillof. En la Primera, detrás de Gabriel Katopodis y Malena Galmarini, se sumaron Mario Ishii (jefe comunal de José C. Paz) y Mónica Macha, de Nuevo Encuentro.
Para el kirchnerismo, la candidatura de Mendoza en la Tercera y el balance general del cierre (de su lado los primeros candidatos en cinco de las ocho secciones y la mitad de los “entrables”, con chances de ser electos) funcionaron como una ratificación de la conducción de la ex presidenta.
Alejandro Dichiara, el vicepresidente de Diputados que encabezará la Sexta sección, lo expresó públicamente. “Sellamos un frente en el que Cristina es la líder y Kicillof la figura institucional”, puso en palabras lo que dejó como conclusión la inusualmente ríspida conformación de las listas para el bando referenciado en la ex mandataria.
Del lado de Kicillof buscaron bajar la intensidad de la pelea, de cara a la convivencia de la campaña. Más allá de los pases de factura cruzados, en La Plata transmitieron un balance positivo comparado con las definiciones anteriores, en las que el gobernador quedaba desplazado por completo.
Parte de los intendentes de su sector esperaban más, o al menos “no tanta hegemonía” de La Cámpora. En la Tercera, además de Mendoza, hubo reproches por la inclusión de Luis Vivona, el senador kirchnerista por la Primera con dos mandatos que cambiará de sección y de Cámara para seguir en la Legislatura.
