Lo del fentanilo contaminado no es, como suelen llamarlo, un escándalo. Es una tragedia. Gravísima. ¿O cómo hay que llamar la muerte -el crimen- de casi 50 personas?
El caso representa mucho de lo que está mal.
Llevado a su síntesis, involucra a un laboratorio que fue advertido varias veces de sus malos procedimientos y a un dueño de ese laboratorio sin experiencia en el rubro pero con los contactos adecuados: Ariel García Furfaro pasó de recibirse de abogado en la cárcel, donde estaba detenido por un asesinato, a militar con Alicia Kirchner, a asociarse en una farmacéutica rosarina que explotó, a viajar a Rusia para traer la Sputnik durante el Covid y a vender sus remedios a varias provincias. Hasta estaba a punto de montar un laboratorio en Ciudad del Este, en plena Triple Frontera, donde el narcotráfico es vecino ilustre.
El drama, de paso, es investigado por un juez que es hermano del ministro de Salud de la provincia donde sucedieron las muertes. Ernesto y Nicolás Kreplak, respectivamente.
Sin embargo, pasa el tiempo y los 48 muertos -según los últimos registros del Instituto Malbrán- siguen sin obtener justicia. Es más: la tragedia del fentanilo contaminado es uno de esos temas que, por razones difíciles de explicar, tiene una repercusión social mucho menor a la gravedad real del caso. Como si esas muertes pasaran de algún modo inadvertidas. La política, por ejemplo, ha preferido callar ante el desastre.
El silencio resalta cuando se recuerdan calamidades de algún modo similares, como por ejemplo la del propóleos, que causó una verdadera conmoción durante meses.
Fue en 1992, cuando el extracto bebible de propóleos -una sustancia producida por las abejas que se supone energizante- del Laboratorio Huilen fue contaminado con dietilenglicol, un alcohol de alta toxicidad. Como resultado, se produjeron una intoxicación masiva y 25 muertes, once en la ciudad de Buenos Aires y catorce en La Plata. Un escándalo nacional. Es cierto que los intoxicados -entre los que se encontraba Alicia Bruzzo, una actriz muy popular- sumaron miles. Pero los muertos no dejan de ser la mitad de los que causó el fentanilo de HLB Pharma.
Esta tragedia comenzó a conocerse en marzo, cuando médicos del Hospital Italiano de La Plata descubrieron que varios casos de fallecidos por neumonía grave tenían algo en común: los afectados habían recibido fentanilo de un mismo lote. En mayo, el Malbrán confirmó que las ampollas producidas por el Laboratorio Ramallo para HLB Pharma Group estaban contaminadas. También se encontraron esas bacterias en pacientes internados en Rosario.
Luego se supo el prontuario de García Furfaro y el de su laboratorio, que había recibido más de 100 advertencias por parte de la Anmat, debido a incumplimientos y problemas en la trazabilidad de medicamentos como dopamina, propofol, diclofenac, morfina y fentanilo, una opiáceo sintético unas 100 veces más poderoso que la morfina, que se usa como analgésico en pacientes graves, pero que también es un asesino de masas: sólo en Estados Unidos murieron el año pasado 54.743 personas por sobredosis de opioides.
El narcotráfico, otra vez, no está lejos.
Este jueves, familiares de fallecidos por fentanilo contaminado marcharán por primera vez. Lo harán al Hospital Italiano de La Plata. La convocatoria es en la Plaza San Martín del Parque Vucetich, entre la calle 27 y las avenidas 50 y 51, a las 14. Su lema: “Por la verdad y justicia de las víctimas del fentanilo mortal”.
A ver si alguien los escucha.