Gabriella Greison es una de las voces más influyentes de la ciencia en Italia, reconocida física nuclear que incluso fue destacada por la revista Forbes como una de las mujeres más exitosas en 2024. Sin embargo, esta vez su eximia trayectoria no fue el foco de la conversación en las redes sociales.
Es narradora de mecánica cuántica, como ella misma se define en su cuenta de Instagram, donde supera los 172.000 seguidores. Su historia y sus acciones desmitifican el estereotipo de la científica con bata blanca, y la posicionan como una líder de las nuevas generaciones que apuestan a hacer carrera en los diferentes campos de investigación.
Se graduó como Licenciada en Física Nuclear en la Universidad de Milán, y trabajó en la École Polytechnique de París, una de las instituciones más prestigiosas del mundo en investigación sobre lo infinitamente pequeño.

Autora de trece libros y novelas de reconstrucción histórica que relatan de forma didáctica y divertida la vida de los físicos del siglo XX y las grandes científicas de la historia. “Todo está conectado”; “La increíble cena de los físicos cuánticos”; “Seis mujeres que cambiaron el mundo”, “Einstein y yo”; “La mujer de la bomba atómica”, y “Mataré al gato de Schrödinger”; son algunas de sus obras literarias aptas para todo público.
Hizo la adaptación teatral de cada uno de esos libros, y se animó a actuar ella misma sobre las tablas. Se presentó en giras por toda Italia, y luego derribó fronteras e idiomas con sus monólogos, en teatros de San Francisco, Zúrich y Viena.
Hace diez años el furor que generó fue tal, que el Corriere della Sera la apodó “la estrella de rock de la física“, después de que agotara entradas en Roma, superando a Patti Smith, que daba un show la misma semana.

Llevó su rol de divulgadora científica a todos los públicos. Fue presentadora de programas de televisión, como “Píldoras de física” en la pantalla de la Rai, “El fabuloso mundo de la física cuántica” en Mediaset y “La teoría del todo” en Sky Italia.
“¿Todo por un vestidito rojo?”: las críticas que la hicieron tendencia y su audaz respuesta
A fines de julio fue invitada a la Universidad de Messina en el Teatro Griego Antiguo de Taormina, como madrina de la ceremonia de graduación de un grupo de flamantes licenciados en su campo de estudio. Horas antes de su presentación, compartió un video en su historias de Instagram donde anticipó en qué iba a centrar su discurso.

“Hablaré de coraje, decisiones extrañas que llevan lejos, de libertad, revoluciones silenciosas, de aquellos que se van cada día, del futuro de la ciencia”, había dicho. De pronto, empezó a recibir una serie de comentarios agresivos, y se multiplicaron en menos de una hora.
Asombrada, contó que muchos haters le preguntaban si el vestido verde aguamarina sería el que iba a usar para el evento académico, y lo tildaban de “inapropiado” por el escote.
“Ropa indecente, vulgar, indigna“; “El avance inexorable de la edad empuja a algunas mujeres a lanzar sus últimos fuegos artificiales”; “No eres más que una solterona que necesita presumir y que no tiene nada que decir”, fueron algunos de los mensajes que luego ella mostró.
Y a la hora de subir al escenario, lució otro vestido rojo, que generó un revuelo virtual y una serie de entrevistas en medios locales. Entre risas, bromeó con haber elegido un atuendo “aún peor” que el primero, dedicado a aquellos que la criticaron.
“En las redes sociales me sentí dividida, como una onda y una partícula“, dijo con ironía en una entrevista con el diario La Repubblica. haciendo referencia a un concepto de la física.
“No hay código de vestimenta para la dignidad. Si los trolls sexistas buscan la decencia en un centímetro de tela, más que en el contenido de las palabras, les recomiendo un experimento: intenten usar su mente y situarse en el año actual, con todas las luchas que libraron quienes me precedieron”, arremetió.

“Estamos en 2025. El mundo se quema, los glaciares se derriten, la inteligencia artificial puede leernos la mente, ¿y les sorprende que una mujer hable de ciencia con un escote bonito? ¿Todo por un vestidito rojo? ¿En serio?”, cuestionó.
Fiel a su estilo, lanzó su propia teoría, amparada en los hechos: “Lo que les impactó no fue el vestido, sino el hecho de que una mujer pueda hablar de física cuántica sin parecer un hombre y, por lo tanto, sin pedir permiso, que pueda subirse a un escenario, explicar la función de onda y Schrödinger, y mientras tanto, tener pechos”.
Invitó a todos a situarse en tiempo y espacio, a mirar el calendario y entender que “una mujer hermosa puede hablar de física cuántica, conmover al público y elegir qué ponerse”. “Sí, aunque sea escotado. Sí, aunque te distraiga”, insistió.

“Manual para sobrevivir a la estupidez de la web”, según la científica nuclear Gabriella Greison
La experta en mecánica cuántica de 51 años, que actualmente es directora del primer Festival de Física en Italia, decidió ampliar su descargo en varias publicaciones de su cuenta de Instagram, donde incluyó capturas de cada uno de los mensajes de odio que recibió.
“Respondí uno por uno, a todos los comentarios, con ironía. Prefiero perder el tiempo así que dejar que estos ataques pasen por algo normal, porque no lo son. No me duelen a mí, pero le duelen a quienes observan en silencio, a quienes piensan que para tener espacio público necesitamos ser más complacientes, menos visibles, menos libres”, explicó.

“Cada vez que respondo, abro un espacio, y dejo entrar a quienes necesitan ver que hay otros caminos posibles. Si hablo de física en secreto, está bien, pero si lo hago con un vestido de verano, me convierto en un ‘problema social’; evidentemente, el verdadero trauma no es el escote, sino la libertad”, sentenció.
Argumentó también que la raíz de la discusión no fue debido a “centímetros de piel”, sino por los prejuicios. Siempre en tono de parodia, tituló su posteo como un “manual para sobrevivir a la idiotez de la web”.
Reveló que recibió cientos de solicitudes de centros de estética, desde microblading para sus cejas, tratamiento anticelulítico, cuidado de caries, e incluso consultas sobre problemas ginecológicos y de pareja.

“Me gustan mis cejas así, vagamente anárquicas, a veces coloreadas, y mis piernas ni siquiera se veían, así que se ve que tienen rayos x, y los dentistas parece que ahora hacen radiografías remotas y son el Doctor Strange Dental Edition“, bromeó.
Luego recordó que el personaje de Amy Farrah Fowler, interpretado por la actriz Mayim Bialik, en el último episodio de la serie The Big Bang Theory, lució un vestido negro ajustado a su figura. “Ella también lo descubrió todo, y solo se necesitó un Nobel para permitirse un escote”, expresó con humor.
La verdadera misión de Gabriella Greison, la rockstar de la física
Vive en Milán, pero es una ciudadana del mundo, que siempre viaja a los centros de investigación más importantes del exterior. Es muy amiga de los hijos y sucesores de los físicos del siglo XX, a quienes relata en sus libros.

Después de colaborar con diversos institutos de investigación decidió subirse a los escenarios, y cuando el HuffPost le preguntó por qué una física nuclear había decidido actuar en escenarios en vez de estar en un laboratorio, respondió: “Tuve la sensibilidad para comprender que era una necesidad social, porque antes la comunidad científica tenía una actitud cerrada y pensaban ‘hemos estudiado física y solo nosotros tenemos que entenderla”.
“Cientos de personas asistieron a mis presentaciones de libros, mis redes sociales se saturaron, mis videos tuvieron miles de visualizaciones en YouTube, y ahí lo confirmé: la gente es curiosa, quiere saber, y quiere que las cosas se las cuenten personas que han experimentado el mundo desde dentro”, agregó.

Muchos la cuestionaron cuando emprendió un camino no tradicional como divulgadora científica. “Desafortunadamente le ha pasado a otras físicas nucleares también, como Lisa Randall y Fabiola Gianotti, a quienes le hicieron la misma pregunta que a mí: ‘Sos tan hermosa, ¿por qué elegiste estudiar física?’“.
Y se sinceró: “Durante años, yo no tenía los recursos para responder esa pregunta perversa, que soslaya que debemos permanecer en un laboratorio oscuro; es un gran cliché pensar que las mujeres son menos capaces que los hombres, y hoy les digo lo que me hubiera gustado que me dijeran a mí: ‘Porque puedo ser lo que yo quiero ser'”.
Hoy no tiene dudas. Siente que está haciendo “lo mejor del mundo”, y sobre todo, no traicionarse a si misma en el camino. Lo resume en una sola frase en su sitio web: “Mi misión es inspirar, elevar y crear impacto: una historia a la vez”. Y lo logra.