Las infecciones urinarias son una de las afecciones más comunes, especialmente entre mujeres. Si bien la mayoría de los casos se resuelven con tratamiento médico, muchas veces podrían haberse evitado con medidas simples aplicadas a la rutina diaria.
La Clínica Mayo define que “una infección de las vías urinarias se puede presentar en cualquier parte del sistema urinario”, el que está compuesto por “los riñones, los uréteres, la vejiga y la uretra”. De todos modos, abunda que “la mayoría de las infecciones afectan las vías urinarias inferiores (la vejiga y la uretra)”.
Los especialistas coinciden en que la prevención no solo reduce el riesgo de padecerlas, sino que también ayuda a evitar recurrencias, que en algunos pacientes pueden volverse crónicas o requerir tratamientos prolongados.
Desde hábitos de higiene hasta pequeñas modificaciones en la alimentación o el consumo de líquidos, los cambios necesarios para prevenir infecciones urinarias son fáciles de implementar y no requieren grandes esfuerzos. Además de mejorar la calidad de vida, estas medidas preventivas también colaboran en la reducción del uso innecesario de antibióticos, una preocupación creciente en el ámbito de la salud pública.
Una correcta hidratación es uno de los pilares fundamentales. Beber entre 1,5 y 2 litros de agua por día ayuda a eliminar bacterias del tracto urinario y reduce el riesgo de infecciones. Evitar retener la orina por períodos prolongados es otro hábito clave. Ir al baño con frecuencia, sin postergar, permite limpiar naturalmente las vías urinarias.
La higiene íntima también juega un rol central. En las mujeres, se recomienda una limpieza de adelante hacia atrás para evitar el paso de bacterias del recto a la uretra.
Usar ropa interior de algodón y evitar prendas demasiado ajustadas puede favorecer la ventilación y disminuir la humedad en la zona genital, lo que reduce el crecimiento bacteriano. Por otro lado, después de mantener relaciones sexuales, se aconseja orinar para eliminar posibles bacterias que hayan ingresado a la uretra durante el acto.
En cuanto a la alimentación, reducir el consumo de azúcar y ultraprocesados puede ayudar a evitar desequilibrios en la flora intestinal y vaginal, que están relacionadas con las infecciones urinarias.
El uso de productos como duchas vaginales, desodorantes íntimos o jabones con perfumes no está recomendado, ya que pueden alterar el pH natural de la zona y facilitar infecciones. En personas con infecciones urinarias recurrentes, es importante consultar con un especialista para evaluar causas subyacentes y, si es necesario, realizar estudios complementarios.
Los niños, las embarazadas y los adultos mayores son poblaciones que requieren especial atención, ya que en estos grupos las infecciones pueden presentar complicaciones si no se detectan a tiempo, motivo por el cual siempre se recomienda el control permanente.
Mantener una rutina de control médico y no automedicarse permite un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado, evitando la resistencia a los antibióticos. Las infecciones urinarias no siempre presentan síntomas evidentes. Dolor al orinar, urgencia frecuente o presencia de sangre en la orina son signos de alerta.
Actuar a tiempo y adoptar hábitos saludables puede marcar la diferencia. Los pequeños cambios diarios tienen un gran impacto en la prevención y el bienestar general. Incorporar estas prácticas no solo mejora la salud urinaria, sino que también fortalece el sistema inmunológico y previene otras afecciones. La constancia, el conocimiento y la consulta médica oportuna son aliados esenciales para una vida más saludable.