Mientras Franco Mastantuono, el chico de Azul que deslumbró en River, se va al Real Madrid por 60 millones de euros, en su ciudad natal los vecinos volvieron a reclamar la reparación de la Ruta Nacional 3, una traza que acumula muertes y promesas incumplidas.
Este domingo a la tarde, vecinos autoconvocados, familiares de víctimas viales y representantes de Estrellas Amarillas se concentraron en la rotonda de acceso a Azul para exigir nuevamente la construcción de la autovía y la reparación urgente del pavimento, cuya falta de mantenimiento ha provocado múltiples siniestros fatales. El reclamo no es nuevo, pero se repite con la misma impotencia: el camino que une Azul con el resto del país sigue siendo una trampa mortal.
“¿Cuántas muertes más serán necesarias para que la obra finalmente comience?”, preguntaron los manifestantes con carteles y aplausos irónicos hacia los dirigentes ausentes. Entre ellos, estuvieron presentes solo algunos referentes políticos locales, como la senadora Lorena Mandagarán, el secretario municipal Gustavo Vitale y el exintendente Omar Duclós. La gran mayoría, ausente.
Mientras tanto, a 10 mil kilómetros, la historia del joven Franco Mastantuono atraviesa otro camino: uno de éxito, talento y millones. A los 17 años, se convirtió en la venta más cara de la historia del fútbol argentino. Dejará River en agosto, tras el Mundial de Clubes, y se sumará al equipo de Xabi Alonso en el Real Madrid.
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Oriundo de Azul, Mastantuono tuvo un camino meteórico. Estudió en el Colegio Inmaculada Concepción de Azul y se formó en lo deportivo en el Club Remo, donde primero destacó como tenista antes de volcarse al fútbol. A los 12 años fue fichado por River, y desde entonces su ascenso fue imparable. El pasado 14 de agosto, en el Monumental, brilló en su primer Superclásico como titular ante Boca, marcando un gol inolvidable. Hoy su pase ya está cerrado por 60 millones de euros, de los cuales 45 millones irán directo a las arcas del club de Núñez.
En Azul, muchos celebran el éxito de “el pibe del pueblo”. Pero también sienten el contraste. En la ciudad donde creció el nuevo número 30 del Real Madrid, los vecinos siguen esquivando pozos y cruzando los dedos al manejar por una ruta llena de cráteres, sin banquinas y con una infraestructura de otra época.
Así, mientras el Real Madrid desembolsa millones por un chico nacido para brillar, en Azul -su ciudad natal- los vecinos siguen esperando que el Estado nacional repare una ruta que se cobra vidas. Porque no se trata solo de evitar más muertes: se trata de que haya más chicos que puedan soñar como Franco, y llegar tan lejos como él.
